¿Cambio de terapeuta?

Les copio la consulta que nos dejó Gisela H.* en el consultorio.

Hola Chicas, cómo están?

Les escribo porque tengo un tema en la cabeza. En realidad es un asunto que lo tengo hace más de dos años dándome vueltas en la cabeza, pero jamás me atreví a enfrentarlo.

Hago terapia psicológica hace 8 años y medio con la misma terapeuta, desde 2001.

En estos últimos años, muchos empezaron a preguntarme si 8 años no es demasiado, que tal vez la confianza que teníamos ponía un límite.

Lo cierto es que noto que hay ciertos temas que no quiero abordar con ella. U otros, en los que ella hace como una especie de proyección. Por ejemplo: es una mujer con sobrepeso, entonces cuando nota que estoy engordando, me lo marca. Me da por el forro del culo. Nadie le pidió opinión. El tema del sobrepeso, las dietas y ella se vuelve recurrente, cuando personalmente no tengo el mínimo interés de hablar de eso.

Muchas veces siento que opina.

O tal vez sea simplemente yo. Sin embargo, eso ya no importa, aunque sea yo, creo que mi hablar ya está limitado, que no me puedo abrir tanto como quiero ni sentir la confianza-confidencial -ja!-, porque entro en un espiral de pensamiento que me dice: que no le hable de ciertas cuestiones porque me va a juzgar, ¿acaso me juzga o soy yo creyendo que me juzga?, de todas maneras la relación ya está estropeada porque no quiero hablar. Digo, no querer hablar es un límite a una terapia basada en el psicoanálisis,

Un par de veces intenté abordar el tema, pero ella cambia de rumbo y yo la dejo. En otras ocasiones, me enojé tanto que ni siquiera fui a la sesión siguiente. No sé por qué no enfrento el tema. Tampoco es fácil seguirme a mi, mi ritmo de pensamiento. Esta mujer conoce mis mecanismos lógicos, mis probabilidades de actuar. Es una profesional brillante y sé que laburamos mucho y también sé que no soy una paciente inquieta. Me doy cuenta que en caso de buscar otro profesional, debería estar a altura de las circunstancias. No quiero a alguien que se cruce de piernas y me diga «aja», tome notas (o al menos lo simule) y a los 50 minutos me despida con un saludo de manos, de su consultorio en Palermo.

No sé si estoy exagerando.

Espero sus opiniones!

Besos

Gisela, la consulta que nos mandas es sumamente interesante, pero no es tan fácil de responder. No es tan fácil porque en realidad la respuesta que podamos darte es un asunto de opinión (y no exactamente de opinión profesional!). Pero igualmente vamos a tratar de decirte lo que pensamos.

Primer tema: duración de la terapia. Las terapias psicoanalíticas no tienen una duración determinada de antemano, y casi siempre depende más del paciente que del terapeuta. Depende de que tan focalizado o generalizado sea el tema de la terapia, y en algunos casos pueden durar muchos años. O sea, 8 años es bastante, pero puede que no sea suficiente, depende de cuáles sean tus objetivos. De todos modos por la situación que contás, nos parece que sería interesante que pudieras tomarte un rato para pensarlo, evaluarlo vos misma. Pensar por ejemplo: ¿Qué te pasaba cuando empezaste esa terapia? ¿Cómo estás ahora? ¿Cuánto resolviste? ¿Cuánto te queda por resolver? Hay que pensarlo bien, por que en el fondo, no todo se puede resolver por medio del análisis. Muchas cosas si, pero muchas no. Lo ideal sería que pudieras hablarlo con ella. Tomarse algunas sesiones para pensarlo. Pero si como decís, no lo ves posible, podés tratar de pensarlo vos sola. Creo que a esta altura del tratamiento puede que no la necesites para todo.

Segundo tema: la confianza, el vínculo terapéutico. Como seguramente sabés en las terapias psicoanalíticas el vínculo terapéutico es uno de los puntos centrales, de los más importantes. Es lo que nosotros los psicoanalistas llamamos «la transferencia«. Casi que te diría que sin eso no se puede trabajar. Ahora, la transferencia puede ser positiva (Que quieras a tu terapeuta, que te parezca genial o hasta que casi te enamores) o negativa (Que lo odies, que te enojes con lo que te dice, etc… ) o neutra. En los primeros dos casos la terapia puede funcionar bien. Ya sea porque te encanta, o porque te molesta, las cosas que te dice o hace funcionan en tu cabeza. Pero si te es indiferente, si ya no respetas su trabajo, las cosas se complican. Puede que sus palabras (o silencios) te pasen de largo y en ese caso habría que evaluar si no estás perdiendo el tiempo (y el dinero). Pero esto no es tan simple. No podemos saber que pasa dentro de ese consultorio, ni dentro de tu cabeza. Eso es algo que tendrás que evaluar vos. Ya sea un límite tuyo, de ella, o del vínculo entre ambas, nos parece que lo más importante sería poder pensar si el trabajo que estás haciendo con ella te sirve o ya no te sirve. Si vos sentís que los temas que no estás pudiendo hablar con ella son importantes habrá que intentar dos cosas. Primero, ver si lo podés resolver con ella. Plantearle que hay temas que estás sintiendo que no podés trabajar, que algo del vínculo te hace de obstáculo, etc. Y ver que pasa. Si como vos decís te cambia de tema, y esto sigue siendo importante, tendrás que evaluar cambiar de profesional. Aunque nos parece que ya lo estás pensando. Obviamente, por más que los idealicemos, todos los terapeutas son además personas, así que es entendible que toda terapia tenga un límite más acá o más allá del «fin de análisis».

Esperamos haberte dado alguna respuesta, aunque está más que claro, la decisión es tuya.

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¿Y ustedes que opinan? ¿Les pasó algo así? ¿Qué le recomendarían a Gisela?

Preguntas

Les copio la pregunta que nos dejó B. por facebook y que vamos a intentar responder:

Describime exactamente tu función, si sos terapeuta, psicólogo/a y en que consiste una sesión de «psicoanálisis» según tu criterio profesional.

Gracias.

Saludos

Bueno… primero gracias B. por hacernos llegar tu duda. Una pregunta muy simple y a la vez muy difícil de contestar.

A ver por donde empezamos…

En principio las tres trabajamos en campos muy distintos pero desde un marco teórico similar. Las tres somos psicólogas, de orientación psicoanalítica, aunque a veces usemos herramientas de otros campos, nos parece que está bueno mantener la cabeza abierta. ¿Qué implica que seamos psicoanalistas? En principio un encuadre en el que suponemos que de alguna manera u otra la persona que viene a consultarnos es un sujeto, que tiene un padecimiento del que necesita hablar, y que a través de la palabra y del acto de hacerse responsable de su palabra uno puede encontrar algunas respuestas propias. Uno habla no siempre sabiendo lo que dice, y creemos que en esos momento en que uno no sabe del todo lo que dice, o se sorprende de sus propias palabras son los mejores para abrir la cabeza y cambiar algunas ideas.  ¿Cuál es nuestra función, entonces? Permitir que todo eso se despliegue. Brindar un lugar y un espacio donde el sujeto pueda hablar de sí mismo, consigo mismo, sin juicios de valor, n¡ censura, y obviamente sin permitirle hacerse el tonto con sus verdades. Simplemente ir haciendo de guías en un camino que es de cada uno y es distinto para cada cual. Obviamente, no es lo mismo trabajar con parejas, con individuos adultos o con niños. Cada encuadre tiene sus particularidades y a la hora de describir como es una sesión habrá que tenerlas en cuenta por separado.

Las sesiones son muy variables, y son siempre distintas. En Adultos por ejemplo, lo que se le propone a un paciente una vez que ya está iniciado el tratamiento (porque hay entrevistas preliminares) es que hable de lo que quiera, de lo que le venga a la cabeza tratando de no censurar nada. Obviamente no hay nada prefijado y uno va siguiendo lo que el paciente cuenta, a veces en silencio y a veces haciendo algunas preguntas para profundizar algunos temas, desplegarlos y a veces asociarlos con otras cosas. El paciente puede hablar de sus presente, su pasado, sus sufrimientos, contar un sueño o una anécdota o lo que sea que quiera. De tanto en tanto y cuando corresponde uno puede ir intercalando alguna interpretación o hipótesis acerca de lo que le pasa. En parejas o familias muchas veces el terapeuta intenta de alguna manera hacer de intermediario, para que esos que consultan puedan hablar, escucharse sin interrumpirse, ver distintos puntos de vista, etc… Pero el contenido no es muy distinto del de una sesión individual, con la diferencia importante de que hay más de un sujeto y se habla, y se trabaja en terminos relacionales la mayor parte del tiempo. En niños en cambio, las cosas son totalmente diferentes. Tenemos una caja de juegos, con juguetes, juegos de mesa, masa, lápices, marcadores, etc. El niño puede elegir hacer lo que quiera, ya sea jugar, dibujar, hablar o lo que quiera. No solo las palabras son interpretables, sino todo el material que se despliega en la sesión, así que trabajamos con todo eso. Jugando con él, observando y comentando sus dibujos, escuchándolo, hablando, entrevistando a los padres.

Bueno, B. esperamos haber respondido a tus inquietudes, si algo no se entiende comentanos así lo aclaramos. Los psicoanalistas a veces tenemos la mala costumbre de hablar medio complicado y estamos tratando de evitarlo, pero alguna seguro se nos escapa!

Saludos.

Tus Analistas